En cuanto mis peques supieron en qué consistía la segunda lección se pusieron manos a la obra y trajeron sus objetos mágicos a la clase.
Cuando llegaron todos, organicé una pequeña exposición...
Con las persianas bajadas, iluminados tan solo por la luz de las velas, olor a incienso y con música ambiental, así fueron recibidos mis peques.
¡Os podéis imaginar sus caras!
En cuanto se pusieron cómodos empezaron a presentar los objetos mágicos y a explicarnos su poder.
Había objetos que sacaban sonrisas, otros te hacían invisible, algunos evitaban los enfados...pero todos hacían magia de la buena.
Y, a pesar de que eran muchos los objetos mágicos por mostrar, todos los peques esperaron su turno con paciencia y escucharon atentamente al resto de compañeros. ¡Lo hicieron fenomenal!
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