El lunes nos encontramos con unas sorpresas bajo nuestro árbol de Navidad: globos, algo muy raro dentro de un bote y un regalo envuelto en papel de regalo.
¡Tenían clarísimo que esto último era de un cuento, je, je!
Siguiendo la costumbre, le tocó abrir el regalo al rey del día, Isaac.
¡Es el cuento de Aquiles!
¡Vaya! Después de ver cómo Aquiles se iba formando poco a poco, tenemos la suerte de contar con su historia desde el principio hasta el final.
Les leí el cuento, aunque no lo hice yo sola, sino entre todos, pues de ir apareciendo poco a poco las partes de su historia ya se la saben de memoria.
También abrimos el bote para ver qué era eso tan raro que había dentro...
¡Era una masa muy asquerosa, puaggg, que a los peques les encantó tocar!
Por supuesto la hemos dejado en nuestra zona dedicada a los sentidos para que la toquen cuantas veces quieran.
Y con los globos jugaron a inflarlos y a soltar el aire de golpe -como si fuera un cohete- o poco a poco, estirando la boquilla para hacer ruiditos.
Aunque lo difícil fue inflarlos ¡y de eso se trataba la actividad!
El esfuerzo de inflar un globo es estupendo para fortalecer sus pulmones.
Algunos se rendían enseguida pero otros lo intentaban una y otra vez hasta que eran capaces de inflarlos sin ayuda.
Yo se los inflaba un poquito (con un inflador) y ellos debían continuar.
¡Así no les resultaba tan difícil!
Si han teñido regalos es porque han sido unos niños muy buenos :)
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