Antes ya habían visto un calendario de los que te regalan en los comercios, y en él íbamos tachando los días. Pero ahora he querido darle más importancia al paso del tiempo creando nuestro propio calendario.
A ellos se lo presenté como una tabla vacía, con sus filas y columnas.
A través de varias preguntas para hacerles pensar un poquito, dijeron lo que podría ser hasta que finalmente dieron con su uso: allí iba a escribir los días. ¡Era un calendario!
Ellos me dictaron los días de la semana y yo los fui escribiendo. Después hicimos lo mismo con los números. Por último, escribí el nombre del mes y el año.
Ahora, la nueva rutina consiste en que el rey o la reina deben decir el día de la semana que es, localizar el día del mes y colorearlo del color con el que identificamos nosotros ese día.
Es una manera muy visual de ver el paso del tiempo.
¡Les encanta!
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