Pues bien, para que los peques vayan tomando conciencia de su propio cuerpo y de las partes que lo forman nos viene genial esta rima de Tamara Chubarovsky, que recitamos antes de que realice su dibujo.
Aunque lo que más me gusta es la parte emocional que conlleva.
Es un momento especial entre el peque y la seño.
Para ello, le doy toda la importancia que merece: apagamos las luces del techo y solo encendemos la de la pizarra, para iluminar al protagonista.
Toda la clase está muy callada y con los ojitos brillantes -y el protagonista aún más- y casi siempre me piden que lo haga otra vez.
Familias ¿os animáis a recitarla con vuestros peques? ¡Les sorprenderá y les encantará!
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